¿Cómo tratar un dolor de garganta?
Soluciones prácticas y naturales para bajar el dolor agudo, sin antibióticos.
Es lógico que si estás acá quieras una opción fácil y no dañina para tratar algo tan simple y común como un dolor de garganta.
Entender porqué tenemos un dolor de garganta, corregir la manera en que respiramos, lo que comemos, etc., está muy bien, pero seamos honestos: en el momento en que te duele no podés ni pensar en eso (además, estos beneficios se ven a mediano plazo).
Por eso te ofrezco una solución práctica para el momento del dolor agudo.
Sustancias naturales que podés usar, y cómo
- Extracto de hoja de olivo: suele conseguirse como tintura madre, por lo que se toma en gotas. 20 son suficientes.
- Sal marina, diluida en agua: diluí una cucharadita de sal marina en un vaso de agua tibia. Es importante hacer gárgaras y buches ya que te va a ayudar a desinflamar, y luego escupir. Repetir hasta terminar el vaso.
- Aceite esencial de limón
- Aceite esencial de orégano (si tenés tos)
Los aceites esenciales pueden usarse poniendo dos o tres gotas en un frasco rociador y así llegar a la garganta.
Si por cualquier razón la molestia no fuera solo en la garganta, sino en el pecho, también podés agregar a todo lo anterior aceite esencial de eucalipto. Podés poner 5 gotas de aceite esencial en una cucharada de aceite de coco o menos, y frotarlo por el pecho y el cuello.
Otras sustancias curativas:
- Miel
- Ajo
- Regaliz
- Probióticos
- Equinácea
- Vitamina C: si tenés suplementos y los vas a usar para este cuadro agudo, te recomiendo 5 gramos para un adulto de peso promedio.
- Zinc: si la vitamina C tonifica el sistema inmune, el zinc es el mineral. 30 mg de 2 a 4 veces al día es la dosis ideal para un cuadro agudo como un dolor de garganta.
Nutricionalmente, lo mejor que podés hacer es ayunar (suelo recomendar un ayuno de entre 24 y 48 horas, pero depende del cuadro) y no gastar energía en la digestión cuando tu cuerpo la necesita para otra cosa. Pero en caso de que no puedas, lo más simple es dejar el azúcar, los carbohidratos y los lácteos (en caso de que los consumas, por supuesto) por esos días en que te vas a enfocar en tu recuperación.
Por sobre todas las cosas, si querés ayudar a tu cuerpo a sanar… ¡Dormí! Si todavía no sabés cómo impacta en tu cuerpo dormir 6 horas diarias o menos, te invito a descubrirlo. Y si sabés que no vas a poder dormir más, mejorá tu calidad de sueño (haciendo que 6 horas de sueño valgan lo que 8).
Una vez que haya pasado el cuadro, no te olvides de corregir los factores que te llevaron a enfermarte, como una mala dieta, una inmunidad decaída o poca tolerancia al frío.